lunes, 24 de noviembre de 2014

Prácticamente todos los niños, niñas y adolescentes en el mundo entero llevan a cabo trabajos que son adecuados para su edad y para su grado de madurez. Estos trabajos, la mayor parte de las veces, de ayuda familiar y por tanto no remunerados, son legítimos. Al realizarlos los niños aprenden a asumir responsabilidades, adquieren aptitudes, ayudan a sus familias, incrementan su bienestar y en ocasiones sus ingresos. Con estas actividades los niños, niñas y adolescentes contribuyen a las economías de sus países. Ciertas actividades, como ayudar en las tareas de la casa, en el pequeño negocio o cualquier otra labor ligera, son trabajos de los niños que todo padre o madre alienta.
De esta afirmación se desprende que cuando hablamos de trabajo infantil no nos estamos refiriendo al tipo de actividades arriba enunciadas. Ciertamente no todos los tipos de trabajo realizados por niños y niñas menores de 18 años de edad entran en la categoría de Trabajo Infantil. Pretender otra cosa sería trivializar la genuina privación de sus años de infancia que sufren los millones de niños implicados en el trabajo infantil, que es el que realmente debe abolirse.
El trabajo infantil que debe abolirse
El trabajo infantil al cual nos referimos y cuya eliminación es la meta común de los 175 Estados Miembros de la OIT corresponde a alguna de las tres categorías siguientes:
  • Un trabajo realizado por un niño o niña que no alcance la edad mínima1 especificada para un determinado trabajo y que, por consiguiente, impida probablemente la educación y el pleno desarrollo del niño o de la niña.
  • Un trabajo que se denomina trabajo peligroso porque, ya sea por su naturaleza o por las condiciones en que se realiza, pone en peligro el bienestar físico, mental o moral de adolescentes o niños y niñas que están por encima de la edad mínima para trabajar.
  • Cualquiera de las incuestionablemente peores formas de trabajo infantil, que internacionalmente se definen como esclavitud, trata de personas, servidumbre por deudas y otras formas de trabajo forzoso, como el reclutamiento forzoso de niños para utilizarlos en conflictos armados, explotación sexual comercial y pornografía, y actividades ilícitas.
¡Es urgente y prioritario combatir las peores formas de trabajo infantil!
El Convenio núm.182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil, 1999, ratificado por la mayoría de países de la región (Ver cuadro de ratificaciones), concreta la aspiración de la comunidad internacional de afirmar en términos claros e inequívocos que estas formas de trabajo infantil calificadas como peores formas deben ser eliminadas, con carácter de urgencia.
En este Convenio están comprendidas las incuestionablemente peores formas de trabajo infantil, descritas líneas arriba, y el trabajo peligroso que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo es perjudicial para la salud, seguridad o moral de los y las adolescentes que están -según las disposiciones legislativas de cada país- en condiciones de trabajar.
Al ratificar el Convenio núm. 182, cada país se compromete a establecer un listado de trabajos peligrosos previa consulta con las organizaciones de empleadores y trabajadores.
Desde el momento en que un gobierno ratifica un convenio internacional en materia de derechos de los niños, niñas y adolescentes, se compromete a adaptar su legislación nacional a esos preceptos acordados en el seno de la comunidad internacional.
Los convenios internacionales en materia de trabajo infantil no solo se concentran en la situación de los niños y adolescentes, también comprometen acciones públicas que tienden a mejorar las condiciones laborales y de vida de las familias.
1Al ratificar el Convenio núm. 138 de la OIT, cada país se compromete a establecer una edad mínima permitida para trabajar. Ver cuadro de ratificaciones al Convenio núm. 138 sobre edad mínima de admisión al empleo, 1973 y las edades mínimas permitidas en los países de América Latina y el Caribe.

Algunas características del trabajo infantil
  • Se da a más temprana edad en el campo que en la ciudad
  • El 80% de los niños y niñas trabajan en la economía informal
  • El 10% se ocupa en sectores más organizados
  • El trabajo les impide ir a la escuela o les limita el rendimiento escolar
  • Tres de cada cuatro niños trabajadores abandonan los estudios 












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